El viernes pasado hubo "café de chicas", es el segundo martes de mes en el que nos reunimos las que podemos del grupo de amigas de toda la vida, que entre trabajo, marido, niños...podían pasar meses sin vernos, porque no todas estamos informatizadas.
Este viernes, me tomé la tarde libre, para mí y dejé a mis chicos en casa, hacía siglos que no iba sola a un sitio que no fuera el trabajo, llegué con tiempo al centro comercial, estuve mirando los escaparates y hasta me compré un abrigo precioso, de mi talla y a un precio increible que me podía permitir sin remordimientos. Por supuesto, dejé de mirar escaparates, no era cosa de seguir tirando de tarjeta... ¡que me conozco!
Mis amigas fueron llegando extrañadas de que no estuvieran mis chicos por allí y de verme "arreglada", o sea, con vestido, medias y hasta zapatos de tacón!
Llegados a este punto, indicar que no suelo hacer propósitos para el Año Nuevo, no sé porqué, quiza porque ya hablo inglés (no todo lo bien que me gustaría), no fumo y afortunadamente mi cuerpo me permite comer todo lo que quiero y cuando quiero, así que me libro de la dieta.
Pero este mes de Febrero, de repente me he dado cuenta de que estoy más cerca de los 40 que de los 30, que a la edad que yo tengo ahora a mi madre la veía como "una Señora" y que estoy harta de no atreverme a lucir pierna en la oficina.
Así que mis propósitos son dejar los vaqueros para ir al parque con mis chicos y ponerme toda esa ropa bonita que tengo muerta de asco en el armario, me encanta que mi chico grande me diga por las mañanas, "¡qué guapa!".
Lo de maquillarme creo que lo voy a dejar para otro propósito, ¡qué pereza! además mi chico pequeño estas navidades me dijo que tenía pintura en un ojo, "mami, vamos a tener que subir otra vez a casa para que te puedas limpiar!".
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