El viernes me desperté antes de que sonara el despertador, me levanté descansada y feliz, dispuesta a ignorar total y absolutamente a quien estuviera dispuesto a amargarme el día y por una vez lo conseguí, en la oficina tuve una mañana tranquila y sin sobresaltos, cosa bastante rara, porque los viernes es cuando surgen la mayor parte de incidencias, los usuarios quieren hacer en un rato, lo que no han hecho en toda la semana y claro, pasa lo que pasa.
El viernes por la tarde mi peque prefirió dormir una super siesta y perdonar la piscina en pro de ir a la actuación de Circo programada en las fiestas del pueblo donde vivimos, al llegar nos encontramos con un amiguito suyo de la piscina, así que lo pasamos de maravilla viendo el espectáculo juntos, incluso papá pudo llegar a tiempo y verlo con nosotros. Acabó casi a las 10 de la noche, un poco tarde para los pequeños, quizá debería de haber empezado antes. Pero mi chico pequeño tenía ganas de jarana, "deprisa, ahora vamos a la 'ciesta', él dice "ciesta" en lugar de "fiesta", claro, oía la verbena que estaba empezando. Le dijimos que antes había que cenar, "vale, mami, pero un huevo frito, eh".
Creo que ha sido de las pocas veces que no he tenido que decir ni una sola vez "come.., venga..., mastica!" así que a pesar de que mi chico grande y yo estabamos cansados, pues nos fuimos a la verbena, compramos la deseada pistola de burbujas (la del año pasado la había tirado a la basura equivocadamente Tatá) y nos encontramos con otro amiguito de mi chico pequeño, ¡mi niño tiene madera de relaciones públicas! así que entre el baile y la sesión en el castillo de bolas, llegamos a casa y fue acabar el cuento y ya estaba dormido.
El sábado piscina, amiguitos, siesta para recuperar fuerzas, más piscina, más amiguitos, otra vez al castillo de bolas y a la verbena, esta vez con los Tetés.
El domingo, concurso de disfraces, batucada y después de la siesta, a la piscina, había que probar la pistola de agua ganada en el concurso de disfraces, la daban por participar, así todos los peques encantados, eso sí, acabaron los padres jugando con ella, las toallas eran "casa" (como se nota que los papis somos de los 70's) y todos los que estuvieran en bañador/bikini eran susceptibles de ser mojados, ¡que bien lo pasamos grandes y pequeños! tras las mesa redonda de gusanitos, patatas y demás chucherías piscineras, todos para casa.
Esperamos a los yayos y salimos otro ratillo, por supuesto al castillo de bolas, donde estaba otro amiguito del cole, el yayo le compró al peque un algodón dulce, pero no hubo éxito, "mamá, se me pega", está visto que lo de comer, no va con mi hijo.
Esta vez tardó un poco más en dormirse, habían sido demasiadas emociones o quizá nos oyó que se había muerto el abuelo de una amiguita suya del cole, fue la nota triste. Ves a tu alrededor a todo el mundo de fiesta, mientras hablas con esa familia que sufre y llora la pérdida de su ser querido.
Y cuando ya apagábamos la luz en el dormitorio de los papás, la última sorpresa, ¡los fuegos artificiales! se nos habían olvidado, subimos la persiana y pudimos disfrutarlos así, cómodamente tumbados abrazados en la cama.
Lo dicho, ¡un fin de semana genial!
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