El jueves pasado empezó a cambiar el tiempo, unos nubarrones grises tirando a negros aparecieron y descargaron tormenta, al día siguiente fue aún peor y mi cabeza como otras ocasiones empezó a dolerme un montón, al menos como era viernes salía a las 3 y ya no trabajaba por la tarde, llegué a casa fatal, me tome un par de empanadillas que había preparado mi madre, un par de analgésicos y me tumbé con un paño frio en la frente, porque literalmente estaba derrotada. Mi queridísima madre se había encargado de dar de comer a mis dos polluelos.
Según avanzó la tarde se me fue pasando y pude aprovechar para recoger, organizar un poco, poner lavadoras...pero lo peor aún estaba por llegar.
El sábado cuando me levanté me dolía terriblemente la garganta, tanto que era una tortura el hecho de tragar incluso saliva, decidí ir a urgencias, porque aquello sólo podía empeorar y no podía esperar hasta el lunes para ir al médico, cuanto antes me dieran medicación mejor. La dra de urgencias se asombró que con las placas que tenía no tuviera fiebre, insistió en ponerme el temómetro...36,6ºC, no soy de tener fiebre...medio en broma medio en serio la dije que con una bebita no me podía permitir el lujo de tener fiebre.
Comí muy poco, tragar era imposible...la nena no comió demasiado mal, parecía que comprendía que mamá no estaba ni al 50%, nos echamos la siesta, había que coger fuerzas, después había hinchables y música en la fiesta del club de fútbol del niño. Como no hacía muy bueno, mi padre dijo que él se encargaba de la niña, así que vino a nuestra casa y se quedó con ella mientras nosotros fuimos al campo. Aguanté un ratín, por no dejar a mi niño sólo con su padre como el resto de la semana cuando estoy trabajando...no sé, a veces me da la impresión que en las actividades del día a día parece que mi hijo no tiene mamá y eso me apena, así que siempre que no estoy trabajando dejo todo lo demás para estar con él.
Empezó a levantarse aire y ya no aguanté más y me fui para casa, mi padre tenía a la nena dormidita encima suyo y estaba viendo una pelicula...yo no me encontraba bien, no conseguía entrar en calor ni tapada con una manta, me puse el termómetro... 36,5ºC, (una mamá no tiene fiebre por muy mal que se sienta), así que se quedó conmigo, me ayudó a bañarla, a darla la papilla y no se marchó hasta que no llegaron mis chicos...me tomé un vaso de leche para tragar la pastilla y metí en la cama directamente, no podía más.
El domingo salimos un ratín por la mañana, para aprovechar el rayito de sol que salió, pero por la tarde me tuve que rendir a la evidencia, no podía ir al partido de mi niño, no me tenía de pie...menos mal que había dejado hecha la comida el día enterior, vinieron mis padres y se encargaron de dar de comer a la nena. Mi cuerpo sólo pedía dormir y dormir...tragar era si cabe aún más doloroso que el día anterior.
El lunes aguanté como pude en el trabajo, mis compañeros entendieron perfectamente que no hablara y el martes fui al médico. La cara que puso cuando me vió la garganta fue un poema, no podía creerse que llevara así desde el sábado y que no me hubiera hecho efecto la amoxicilina que me habían dado en urgencias. Tampoco se creyó que no tuviera fiebre e incluso hizo que me pusiera el termómetro ¡dos veces!
Todo este rollo para decir que a pesar de la mala semana que he pasado, que casi no he podido comer del dolor que me producía tragar, hoy ya puedo tragar y hablar casi con normalidad...pero en casa las cosas no han cambiado sustancialmente estos días, mamá no hablaba...pero nada más, he cocinado, planchado, puesto lavadoras, dado de comer, ... y me he levantado a dar teta a mi nena por la noche las veces que me ha reclamado...y por supuesto he acudido a mi puesto de trabajo con normalidad ... las mamás no nos podemos poner malas.
1 comentario :
¡Qué razón tienes! No podemos permitirnos ese lujo, pero caemos como todos. Me alegro de que ya te estés recuperando y de que tengas esos padres tan maravillosos que te echan una mano en lo peores momentos.
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