El viaje en coche, entre las paradas, la consola y el pincho con un montón de pelis, no se nos hizo demasiado largo, salvo el final que nos metimos demasiado en la ronda de París y nos comimos un atasco impresionante. Los peques no se pusieron pesados, yo creo que la emoción del viaje hacía que fuera parte de la aventura.
Mi marido se había estado estudiando el recorrido, había varias posibles rutas a elegir, una vez atravesada la frontera, podíamos ir por el norte, por Poitiers, todo autopista pero muy caros los peajes o por el centro de Francia, con mucha zona de autovía, algunos peajes, más asequibles y algún tramo de carretera.
Dividimos el viaje en 3 partes, desde casa hasta Irún, conduciría yo, allí haríamos la primera parada para desayunar, aunque había preparado una pequeña mochila con cosas de picar y agua, por si les entraba hambre a los niños antes. Aprovechamos también para llenar el depósito, porque el precio del combustible en Francia es más caro.
La ventaja de viajar en domingo es que había menos tráfico y sobre todo que casi no encontramos camiones. Lo malo es que cuando llegamos a Irún, estaba casi todo cerrado, ahí nos cambiamos y se puso al volante mi marido.
Nos lo tomamos con calma, porque a partir de aquí había más tráfico, fue un viaje agradable, hacía buen tiempo y el paisaje se asemejaba mucho a Castilla. Una cosa que nos llamó la atención es que están sustituyendo las contraventanas por persianas, la otra vez que habíamos estado en Francia, no vimos ni una sola persiana y ahora se notaba que cuando habían puesto nuevas las ventanas, ponían persianas.
Para comer encontramos una zona muy chula con mesas de picnic, aseos y una especie de bar, aunque un poco cutre. El tema de la comida no importaba porque en previsión de que no encontráramos algo abierto, íbamos con la nevera, es una de estas portátil, que se puede conectar al coche o a la corriente eléctrica, que te mantiene los alimentos fresquitos.
Después de comer, exploramos un poquito los alrededores y seguimos camino, el papi dijo que no estaba cansado, que había estirado las piernas y el café le había sentado de maravilla, así que siguió al volante.
Según el navegador íbamos a llegar más pronto de lo que pensábamos, pero aunque íbamos por autopista, pillamos una zona de obras, así que mi marido optó por salir a la carretera...decía que encima de pagar no iba a ir aguantando las obras.
Llegamos al hotel cuando aún era de día, aunque todos protestaron cuando les desperté a las 6 de la mañana, al final del día reconocieron que fue mejor madrugar y no llegar de noche. Cogimos un hotel en Torcy, el B & B, una habitación familiar, con una cama enorme para nosotros y unas literas para los niños. No es ninguna maravilla, pero tenía lo que necesitábamos, camas amplias, limpieza y desayuno, con un buen horario y bastante completo, iban reponiendo según se acababan las mermeladas o el zumo, mis hijos se pusieron tibios de bacon y huevos revueltos, ¡ver para creer! También me gustó que en la ducha, había 2 apliques para colgar el grifo, uno alto y otro bajito, a la altura de niña, lo que la permitía ducharse ella solita, ¡nos encantó! estoy pensando en poner uno en casa.
A 3 minutos andando teníamos la estación de cercanías, la línea A nos llevaba directamente en 3 paradas a Disney y en el otro sentido, a 7 ya estabas en París, nosotros lo más lejos que bajamos fue en el la parada del Arco del Triunfo, a 20 minutos andando (a paso niña de 7 años) de la Torre Eiffel.
Otra ventaja es que había al lado un centro comercial, con tiendas, restaurantes, farmacia 24 horas y hasta un Carrefour, donde llenamos el depósito para volver, que se nota el precio, ya que el combustible es más caro en Francia.
Para el viaje de vuelta no madrugamos tanto, recorrimos el camino a la inversa, pero sin tanto atasco al rodear París, habíamos aprendido la lección... aún así había bastante tráfico para ser un domingo por la mañana. Mi marido condujo hasta que paramos en el mismo sitio a comer y ahí lo cogí yo, hasta Irún, donde volvimos a llenar el depósito y ya nos llevó papá hasta casa.
A 3 minutos andando teníamos la estación de cercanías, la línea A nos llevaba directamente en 3 paradas a Disney y en el otro sentido, a 7 ya estabas en París, nosotros lo más lejos que bajamos fue en el la parada del Arco del Triunfo, a 20 minutos andando (a paso niña de 7 años) de la Torre Eiffel.
Otra ventaja es que había al lado un centro comercial, con tiendas, restaurantes, farmacia 24 horas y hasta un Carrefour, donde llenamos el depósito para volver, que se nota el precio, ya que el combustible es más caro en Francia.
Para el viaje de vuelta no madrugamos tanto, recorrimos el camino a la inversa, pero sin tanto atasco al rodear París, habíamos aprendido la lección... aún así había bastante tráfico para ser un domingo por la mañana. Mi marido condujo hasta que paramos en el mismo sitio a comer y ahí lo cogí yo, hasta Irún, donde volvimos a llenar el depósito y ya nos llevó papá hasta casa.
2 comentarios :
¡Hola!
Qué maravilla.
La primera vez que fui a Francia con mis hijos hicimos algo así. No era para ir a París, en aquella ocasión fuimos 10 días a Niza y Mónaco y 5 días a ver una carrera dde Fórmula 1 más al norte, pero lo que cuentas me recuerda un montón.
Me alegra mucho qu etuviérais un viaje tan chulo, esos recuerdos quedan para siempre.
Muy feliz día.
Que aventura!!! Y que viaje más chulo. Seguro que lo vivisteis con tanta ilusión como los niños. Vaya paliza a conducir, pero se ve que valió la pena. Es que París es una pasada. Y Disney debe ser la caña. Yo nunca he estado, pero me encantaría ir :D
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