Las navidades pasaron como siempre volando, con muchos
planes, mucha familia y demasiados juguetes, aunque viendo el panorama, ¡ojalá
las podamos celebrar así muchos años!
Este año en el trabajo me tenía que repartir las vacaciones
con un compi que está separado, como tenía a su niña con él hasta año nuevo, no
dudé ni un momento en dejarle a él esos días y yo coger mis días libres a
partir del 1 de enero, que pudiera estar con su nena las
24 horas del día, ¡por mí no iba a quedar!, ese tipo de situaciones me apenan
mucho, no sé, el que los niños no puedan disfrutar a la vez de papá y de mamá
es algo que siempre me ha entristecido, (no entro en situaciones de violencia, maltrato,
etc… cada pareja y cada familia es un mundo, simplemente es lo que siento).
El punto de partida de las navidades es la celebración de la
Nochebuena en nuestra casa, este año varié un poco el menú y resultó todo muy
rico, canapés, langostinos a la plancha, merluza rellena de champiñones, gambas
y pimientos, pavita rellena de ciruelas, orejones, almendras y piñones, y de
postre, naranjas confitadas con chocolate, turrones y dulces navideños.
A mi marido le agobia cada vez más el tema celebraciones,
sobre todo si son en nuestra casa, tiene la sensación de que “nos invaden” y se
pone de un humor de perros, gruñón y antipático…es la parte mala del previo, así
que hago todo lo posible por encargarme del máximo de cosas, para que no se
agobie, a mí me encanta organizar, preparar…con un poco de mimos y cariño, se
le pasa y disfruta como el que más, aunque esté que se cae de sueño, porque nos
dieron las 2 de la madrugada y allí no se movía nadie, hasta los peques estaban
disfrutando y no se querían perder la fiesta…es como si nuestra casa atrapara a
la gente y no la dejara irse :-) señal de que lo estábamos pasando de
maravilla.
Mi niño disfrutó un montón con la compañía de la primita, da
gusto ver lo bien que se lo pasan juntos, como se entienden y se entretienen,
sin necesidad de que intervengamos los mayores, ni una pelea, ni una riña…una
maravilla, ellos iban a su aire, a la hora de la despedida las lágrimas se
evitaron con la promesa de que al día siguiente comíamos todos juntos, esta vez
en casa de mis suegros.
La estrella de la fiesta fue mi pequeña princesa, está
preciosa y con su sonrisa y su lengua de trapo se metió a todos en el bolsillo,
lo más divertido fue cuando encontró las francesitas que había dejado
abandonadas la primita y al ver que no podía ponérselas acudió a mi padre en
busca de ayuda: “te-teeeeeeeeeeee” y le alargó los zapatitos…mi padre, que está
perdidamente enamorado de mi hija, la sentó en sus rodillas y como pudo, se las
puso, la prima está a punto de cumplir 6 años, así que a mi nena la sobraba
medio zapato o más, aún así se las arregló para darse unos cuantos paseos sin
tropezar siquiera, parecía que estaba haciendo un pase de modelos…el padrino se
quedó con la boca abierta, dijo que se supone que es algo que hacen más
mayores, no sé, pero mi nena lleva jugando a ponerse mis zapatillas un par de
meses y la encanta mirarse en el espejo.
La comida de Navidad transcurrió sin nada destacable, aunque
no pudimos salir a dar una vuelta porque no paró de llover, los niños mayores se
conformaron con pintar con el regalo que trajo a cada uno Papá Noel…que
desilusión se llevó mi nena cuando al darles mi suegro los paquetes no había
uno para ella…definitivamente los yayos pensaban que era más pequeña… mi niña será
pequeña, pero de tonta nada! ¡pobrecita mía!
La Nochevieja también la celebramos en casa de mi suegra, como
los peques no habían comido mucho en Navidad, en lugar de ponerles en una mesa
a ellos solos como había hecho yo, decidió ponernos a las mamás, es decir, la
mujer del primo de mi marido y yo, estuvimos “castigadas” en otra mesa a parte,
con los peques, la verdad es que me sentó fatal, los niños no cenaron prácticamente
nada, porque el menú de mi suegra era “para mayores” y como siempre, no había tenido
en cuenta los gustos de los pequeños. Además con la colocación de esta mesa
extra, los niños casi no podían ver la tv, con lo cual, nos dieron la cena…bueno,
nos la dieron a las mamás…el resto tuvo su cena tranquila con conversación…en
fin…creo que el resumen de la nochevieja puede ser que estábamos ya en nuestra casa,
acostados y con los niños dormidos a la misma hora que en Nochebuena empezaban
a decir que era hora de marcharse…sobran más comentarios.
La comida de Año nuevo pasó tranquila en casa de mis padres,
sólo nosotros disfrutando de la paella de mi padre y de un vino francés que le
había regalado un amigo y que estaba buenísimo.
El resto de días pasaron rápido, ir con los peques a dos
funciones de teatro que había en la Casa de Cultura de nuestro pueblo, llevar
la carta al paje real, ir a un parque de bolas y poco más, que tanta lluvia no
ha permitido disfrutar mucho de puertas para fuera.
Y llegaron los Reyes Magos… cargados de cuentos, lápices de
colores y una pista de coches que esta mamá tardó media hora en montar y llegó
también el último día que pasaban juntos los primos, esta vez en casa de la abuela
de la primita…abrir más regalos, comer rápido para seguir jugando, se organizaron ellos solos una
búsqueda del tesoro por toda la casa con un plano que hizo mi niño, definitivamente no ha
heredado mi despiste, menos mal! Hasta que ya cansados acabaron los dos hechos
un ovillo en el mismo sofá viendo dibus. Aquí surgió una conversación que me
sacó una sonrisa…ellos no eran conscientes de que yo estaba allí, quizá porque
tenía a la pequeña dormida en mi regazo…la prima llevó un estuche de maquillaje
para enseñárselo a mi niño:
- “¿Jugamos a maquillarnos?”.
- “No, eso es de niñas…yo te ayudo si quieres”.
- “No, yo se hacerlo sola, mira…”.
- “Pero necesitarás agua, no? Esto está seco…¿cómo vas a
pintarte?”.
Mi hijo en su inocencia pensaba que la sombra de ojos es
como las acuarelas, que hay que mojarlas ;-)
Las fiestas habían acabado, pero en nuestra casa tenemos una
fiesta más, el cumpleaños de mi niño, 7 años…no me puedo creer que tenga ya un
hijo de esa edad, se me ha pasado volando, aunque le miro y le veo infantil,
grande de tamaño, pero maravillosamente inocente, con su sonrisa de medio diente,
porque uno de los paletos se resiste a salir.

Este año mi niño no quería una tarta tren, sino una tarta
coche…así que me puse a investigar webs y me atreví con el fondant, comprado
eso sí…que una no da para más, al menos por el momento. El resultado no estuvo
mal del todo, la cara de mi niño cuando se coló en la cocina y la vio mereció totalmente
la pena.
El color elegido fue el naranja, por suspuesto, es su color favorito, entre los comensales, abuelos y tíos, diferencia de opiniones ... "está más rica la locomotora forrada de chocolate que esta cosa naranja tan rara" me dijo mi madre.
Para llevar al cole pretendía que le hiciera al día siguiente una tarta avión...buf...va a ser que no... "yo te ayudo mamá", le dije que no me daba tiempo, que por este año ya había tenido bastante, preparé un bizcocho de limón con perlitas de colores por encima y listo.
Ahora nos queda la celebración en el parque de bolas con los amiguitos...¡a ver si sobrevivo!