Estaba contenta, había conseguido
estirar los días de vacaciones del año pasado para disfrutarlos en carnaval y
poder estar en casa con mis niños, eran unas mini-vacaciones, además los padres
de mi marido estaban en Tenerife de carnaval, así que no nos iban a amargar,
situación perfecta.
Habíamos hecho muchos planes,
teatro, actuación de payasos, acompañar al entrenamiento de futbol a mi niño,
partido…la nena no estuvo muy colaboradora, no quería comer y vomitaba casi en
cada comida, yo no había contado con que mi cuerpo me iba a pasar factura, soy
muy friolera y aunque me abrigué para el partido, llegué a casa helada, no
reaccioné en toda la tarde a pesar de taparme con una manta y hacerme un ovillo
en el sofá.
Al día siguiente antes de que
sonara el despertador ya estaba en el aseo malísima con retortijones de tripa y
nauseas, resumiendo…han sido unos de los 3 peores días de mi vida, vomitando
continuamente y con un dolor abdominal que no me dejaba levantarme de la cama,
no podía coger en brazos a mi pequeñina…mi madre se multiplicaba para
ayudarnos, porque encima mi hermano está con un esguince, así que la pobre no
paraba.
El fin de semana ya pude
recuperarme un poco, comer algo, salir y disfrutar de este sol, pero aún así,
todo me costaba mucho esfuerzo, había perdido 2 Kg. en 2 días, yo, que peso
40 y tantos…mi marido me tomaba el pelo “has hecho la operación bikini en dos
días”.
El remate lo pusieron los padres
de mi marido, que se presentaron en misa el domingo y hasta tuvieron el
atrevimiento de ir a darme la paz, menuda paz te va a dar alguien que trata a
sí a los de su propia sangre. Ellos que pidieron un crédito para montarle un
negocio al novio de su hija y sin embargo no pueden ayudar a su hijo, “no
tienen dinero” para pagarle la cuota de autónomos y ayudarle a emprender, pero
sí lo tienen para irse una semana a Tenerife en pleno carnaval, para comprarse
una nueva cámara de fotos, …
No sé que hacer con ellos, no
quiero que mis hijos vean el espectáculo, no quiero darles la oportunidad de que
me tachen de histérica, pero no sé cuanto aguantaré sin soltarles lo que llevo
dentro, lo que me duele, el ver como mi marido busca trabajo, como va de
trabajo temporal en trabajo temporal, como pasa frío en invierno y calor en
verano cuando le cogen para algún trabajo de comercial, mientras el otro, el
“cuñadísimo” está sentando tranquilamente en la oficina que le han montado, no
madruga, ni siquiera tiene que coger el coche, porque está a 5 minutos de casa,
de un apartamento que también es de los padres de mi marido.
Esta semana han venido los 2 días
al entrenamiento del niño, el lunes trajeron “los regalitos”, a mi marido le
habían traído una colonia de estas de marca pirata, para los niños 2 camisetas
ENORMES, nada de talla de niño y para mí habían comprado un delantal, sin
comentarios. El miércoles, el niño estaba nervioso en el entrenamiento,
desobediente, así que se marcharon, no le dijeron nada, ni se quedaron para
animarle … dice mucho de ellos su actitud.
Le echo en cara a mi marido que
les sigue tratando como “si aquí no ha pasado nada”, sigue teniendo paciencia
con ellos, una paciencia que a veces no tiene con sus hijos y eso me duele, no
entiendo su actitud, no la comprendo ni la comparto. Sus padres piensan que el
tiempo lo cura todo y que “ya se me pasará el berrinche”, como si mi
comportamiento para con ellos fuera una rabieta de niña malcriada y ellos
“pobrecitos” tienen paciencia conmigo.
No quieren darse cuenta de todo
lo que implica que mi marido no tenga trabajo, en su hijo mismo, su cambio de
humor, su actitud pasota frente a cosas por las que antes sí mostraba interés,
… y en mí, no me dan las horas del día para todo lo que tengo que hacer,
trabajar en la oficina, cocinar, poner lavadoras, … que lejos están aquellos
planes con los que soñábamos hace algunos años, yo cogería jornada reducida
para estar con los niños, no importaba la reducción de sueldo, compensaba con
creces el estar a su lado día a día.
Ahora la economía familiar
depende en exclusiva de mí y eso me pesa cada día más, sobre todo porque mi
marido no resuelve los temas domésticos, no hay manera de conseguir de él mucho
más que poner y quitar el lavavajillas, tirar la basura y hacer algo de compra
… no ve las camas sin hacer, la ropa sin doblar, el fregadero sucio, la mesa
llena de migas, el baño sucio … no sé si soy demasiado exigente, pero no
consigo imaginarme la situación al revés, él llegando de trabajar y teniendo
que ponerse a cocinar la comida del día siguiente, controlando si hay que
comprar más papilla, dando de comer a los niños, sobre todo a la pequeña, es mi
tortura particular, darla la cena los días de diario y todas las comidas los
fines de semana.
Necesito que pase algo de tiempo,
que se asienten las cosas, tengo muchos problemas encima de mi espalda, los
problemas del niño, su posible tdah, los problemas de alimentación de la niña,
el cambio de carácter de mi marido, ahora todo le molesta, por todo resopla o
directamente se va a otra habitación, se pasa el tiempo pegado al portátil y al
móvil.