Por fin parece que llega el
veranito, hace calor y vemos a diario el sol, ese sol que mis neuronas
necesitan, se acerca también el horario de verano, esas tardes de siesta y
piscina con mis peques… y las vacaciones, aunque he de reconocer que las temo y
las deseo a partes iguales, las deseo para dormir, disfrutar de mis hijos sin
horarios y sin prisas, pero a la vez las temo, sólo el pensar en desayuno,
comida, merienda y cena con la peque y me entran los 7 males … además soy un
mar de dudas, irnos o no de vacaciones, gastar un dinero que en principio
parece que nos podemos permitir, pero que no sé si a final de año cuando se
acabe el proyecto en el que estoy pueda arrepentirme de haber gastado si me
quedo sin trabajo …
Pero hoy estoy optimista, tengo
muchas cosas por las que sentirme afortunada, que me hacen sentirme feliz, pero
que pocas veces me paro a pensar o valorar, salvo cuando no las tengo.
Un día cualquiera, mejor si es
fin de semana, pero no es imprescindible, un rayito de sol empieza a colarse
por la persiana, el mayor aún no se ha despertado y la nena pide teta, la meto
en la cama conmigo para que sacie su hambre y su necesidad de mimos, cuando
termina se queda dormida en mis brazos y la vuelvo a meter en la cuna, me
acuesto, mi marido me da un beso y nos abrazamos, aún podemos dormir un rato
más, así acurrucados, yo también necesito mimos.
He llegado de trabajar y estoy
rematando la comida, llegan con papi del cole, - “Hola, hola, ¿qué tal el
examen, cariño?” – “Muy bien mamá, un sobresaliente…y además carita verde” (eso
quiere decir que se ha portado bien en el cole), - “Muy bien mi niño”; la peque
también cuenta sus logros en la guardería: “…todo, todo, todo…”, vamos, que se
lo ha comido todo y no ha vomitado.
Un mediodía después de comer, voy
a salir para ir a trabajar, digo en voz alta: ”¿quién me da un beso?” – mis
hijos corren a ver quien llega el primero para estampar un beso gordo en mi
mejilla a la vez que me abrazan con fuerza.
Llego donde mis padres a
recogerlos por la tarde al salir de trabajar, mis hijos están entretenidos,
casi no se dan cuenta de que he entrado, están felices con los “tetés” (mis padres), -“¿no
hay un beso para mamá?” – lo reconozco soy muy besucona :-) La peque directamente
suele decir “No”, pero el niño, “espera mamá que es que estoy montando esta
pista con Teté” … o sino, tallando un trozo de madera, o regando las plantas…
un día en que se suponía que iban a ir a recogerle al futbol los yayos (los padres de mi marido), pero que no
fueron y tuvo que ir mi padre a la carrera…el niño era plenamente consciente de
que le habían dado plantón, yo en principio
no lo sabía, inocente le pregunté si había ido también la yaya o sólo el
yayo…-”no vino ninguno mamá, sabes, mamá…son mucho mejor los tetés que los
yayos…” – “¿por qué cariño?” – “pues porque los tetés nos cuidan, nos enseñan,
nos quieren…y los yayos sólo traen regalos” Que penita que se haya tenido que
dar cuenta tan pronto.
Preparo la cena, el mayor no
gruñe y se sienta a la primera a cenar, incluso tiene las zapatillas puestas,
la nena se deja poner el babero y abre la boca cada vez que acerco una
cucharada…acaban casi a la vez de cenar, les pongo unos dibus y ya puedo
relajarme y cenar yo tranquilamente.
…
Que poquito necesito para ser
feliz.